EL DESMONTAJE DEL MITO DE LA CAUSA DE LA POBREZA GLOBAL

Todo comenzó con el triunfo absoluto del yo en el universo de los valores y la emergencia de su soberanía en la sociedad. Esta glorificación del individuo y de sus obras se ha traducido en una radicalización de la desigualdad tanto entre individuos como entre los colectivos, en especial países. Nunca los ricos han sido tan ricos, ni los pobres tan pobres.

            Según recientes informaciones, más de la mitad de la población mundial tiene que conformarse con menos de dos dólares diarios (o sea: ¡¡¡unos 2,90 euros!!!), y más de 1.300 millones de personas intentan sobrevivir con un dólar al día (¡¡¡unos 1,45 euros!!!). Cada tres segundos muere un niño por causas ligadas a la pobreza, pero cada día se multiplica vertiginosamente la fortuna de los más ricos. Por ejemplo en EE UU, el 1% de los habitantes situados en la cumbre patrimonial disponen de una fortuna superior a la suma de las que tienen los 170 millones de estadounidenses con menos recursos. Un director ejecutivo medio gana hoy trescientas sesenta y cuatro veces más que un empleado medio, cuando hace cuarenta años apenas llegaba a veinte veces más; lo cual, además, nada tiene que ver con la eficacia de su gestión, como se ha visto en tantos casos. Por otra parte, en los últimos treinta años se ha confirmado y generalizado la práctica de los contratos blindados, conocidos popularmente como paracaídas dorados, que aseguran a sus titulares una cuantiosa retribución cuando dejen de ejercer sus funciones.

            Con todo, lo más oprobioso es la actividad de los llamados fondos buitres contra los países pobres, fondos especializados en comprar las deudas comerciales de los países más desvalidos e intentar revenderlas con sustanciosos beneficios. El caso más sonado últimamente ha sido el de la financiera Donegal International, que compró por menos de cuatro millones de dólares a Rumania una deuda de Zambia equivalente a unos 7,9 millones de dólares, que la Alta Corte de Londres había convertido en ejecutiva y por la que luego Donegal pedía a ese país africano 55 millones de dólares.

            Pero no afirmemos que estos desafueros y todas las otras fechorías globales son inevitables dada la situación mundial. El último informe anual de la ONU sobre Desarrollo de los Recursos Humanos informa que el patrimonio de las diez primeras fortunas del mundo es superior a la suma de las rentas nacionales de los 55 países más pobres. Ello desmonta una vez más el mito de que la pobreza global deriva necesariamente de un conjunto de circunstancias inmodificables dados los escasos recursos disponibles frente a tanta población desasistida. Y de ahí la malnutrición, las abundantes enfermedades, la explotación y el crimen, el analfabetismo, la mortalidad infantil.

            Todas estas lacras podrían eliminarse si se pusiera fin a un orden económico y social, cuyo objetivo principal es aumentar la riqueza de los ricos. ¿Cuándo dejaremos de tolerar tanta ignominia? ¿cuándo pondremos fin a tanta abominación? Debemos cuestionar y rechazar este capitalismo que glorifica la riqueza de unos pocos.